miércoles, 29 de septiembre de 2010

domingo, 5 de septiembre de 2010

MI PROCESO DE ESCRITURA

Un proceso es algo que cambia constantemente: mejora, empeora, avanza, retrocede, se complica, se facilita, pero nunca se detiene. Con esta idea comenzaré a contar, a grandes rasgos, cómo ha sido y cómo es mi proceso de escritura porque, como dije anteriormente, es algo nunca se detiene.

Después de muchos días de revolcar mis recuerdos, me di cuenta de que mi proceso de escritura empezó a ser realmente significativo a partir de grado sexto. Mi nuevo profesor, Gonzalo Orozco, dijo desde el primer día de clase que leeríamos varios libros durante todo el año. Como era de esperarse, la idea me pareció terrible porque no había leído ninguno en los diez años de vida que tenía en ese momento. Todo el salón se confabuló para hacerle saber al maestro que no queríamos leer, que nunca lo habíamos hecho y que no nos hacía falta. Afortunadamente, Gonzalo no nos hizo caso y dijo que lo sentía pero que él debía seguir el programa del curso.

Fue así como unas semanas después empezamos a leer Corazón, una obra muy hermosa que nos atrapó casi a todos. No me puedo quejar, todos los libros que leímos ese año fueron muy llamativos e hicieron que me enamorara de las letras. Además, después de que terminábamos de leer cualquiera, debíamos entregar el resumen en nuestro querido “cuaderno de resúmenes“. Era una tarea tediosa pero aportó mucho a mi escritura porque siempre trataba de hacerla mejor.

En los años posteriores, gracias a mi excelente desempeño académico y espíritu colaborativo, me gané el cariño de Gonzalo. Le ayudaba a calificar las tareas de otros compañeros, me daba plazo para entregar las tareas cuando “no había tenido tiempo suficiente para hacerlas”, me nombraba su monitora para colaborarles a mis compañeros antes de que entregaran los trabajos, etc. Al principio me encantaba ser una de sus estudiantes preferidas, pero, luego, cuando vi que me apreciaba mucho y confiaba tanto en mí que a veces con sólo ver mi nombre en un trabajo ya lo calificaba como excelente, me decepcioné un poco.

Aunque era consciente de que las buenas notas no se debían sólo a la calidad de mis tareas sino a que éstas fueran hechas particularmente por mí, confieso que me aproveché de la situación todo el bachillerato. Ya en los últimos años, cuando era una adolescente y tenía el ego por las nubes, pensaba que simplemente mis trabajos eran excelentes. Ahora que observo todo desde afuera, me doy cuenta de que el profesor me hizo un daño porque me volvió muy confiada en cuanto mi escritura y me quitó las ganas de esforzarme y mejorar cada vez más, igual para qué lo hacía si siempre obtenía la nota máxima…

A pesar de todo, debo reconocer que mi escritura sí era buena y me atrevo a decir que mejor que la de todos mis compañeros del colegio. Durante mi bachillerato, me leí absolutamente todos los libros que el maestro nos mandaba. Pienso que esto fue lo que más nutrió mi proceso de escritura. Con los libros aprendí ortografía, cohesión, coherencia, vocabulario, etc.

Más adelante, en el año 2007, se lanzó el Primer Concurso Nacional de Cuento. Cuando me enteré me dieron muchísimas ganas de participar. Escribí un cuento triste y lo mandé con muchas expectativas. Desafortunadamente, pasaron los días y no recibí ninguna señal que me indicara que había ganado. Aunque me desmotivé bastante, participé en el del año siguiente. Volví a escribir el cuento, también triste, y lo envié. A los pocos meses recibí una llamada por la que me enteré de que mi cuento estaba entre los mejores 90 del país, que debía esperar el veredicto final para saber si ganaba. No existen palabras para expresar lo que sentí cuando colgué la bocina.

A los pocos días recibí otra llamada. Me dijeron que mi cuento había sido uno de los 30 ganadores y que necesitaban diligenciar una serie de documentos para que yo pudiera recibir todos los premios. Ésta fue una de las mejores noticias que he recibido en toda mi vida e hizo que volviera a confiar plenamente en mí y en mi escritura. Fue también el inicio de mi amor por los cuentos. Ahora no encuentro mejor pasatiempo que sentarme a dejar volar mi imaginación.

Sin embargo, cuando entré a la universidad todo dejó de ser “color de rosa”. La primea clase a la que asistí se llamaba Comprensión de Textos y me aterroricé cuando escuché que la profesora, dentro de la exposición del programa del curso, hablaba sobre etapas de la escritura, citas y referencias bibliográficas, entre otras cosas que nunca antes había oído. Desde ahí supe que en la universidad tendría muchos más retos y responsabilidades, pero vi esto como una oportunidad para mejorar cada día más.

En ese primer semestre, mi proceso de escritura tuvo otros avances muy significativos. Comprendí la importancia de citar y referenciar, de tener en cuenta las etapas de la escritura, de instruirme sobre el tipo de texto que debía escribir antes de hacerlo, de hacer que mi texto lo revisen otras personas para mejorarlo de acuerdo a las diversas opiniones, de hacer una revisión minuciosa después de la redacción, etc. Me gustaría poder decir que hoy en día, en tercer semestre, aplico absolutamente todo lo que aprendí. Desafortunadamente no es así, aunque espero que eso cambie pronto.

A pesar de las fallas que tengo todavía, me siento muy orgullosa de poder decir hoy, a mis 17 años y mientras curso tercer semestre de Comunicación, que ya no tengo la sensación de que escribo bien “por instinto”. Todo lo que he aprendido me ha dado las herramientas para que pueda encontrarle una explicación racional a cada palara, a cada oración, a cada párrafo y a cada texto que hago.

Me es satisfactorio también decir que cada día sigo aprendiendo más, que con cada texto que escribo o leo mis neuronas se reproducen significativamente y que con cada crítica que recibo fortalezco más mi escritura. Soy consciente de que mis textos no son perfectos, es más, creo que nunca nadie podrá alcanzar la perfección en la escritura. Sin embargo, reconozco que existen grandes diferencias entre los textos que produzco hoy y los que hacía al inicio de mi carrera.

Para terminar, quiero decir que me emociona de sobremanera saber que pronto, probablemente, seré una colaboradora en el proceso de escritura de muchos otros estudiantes javerianos. Me gusta porque sé que seguiré aprendiendo mientras les colaboro a los otros jóvenes para que se conviertan en mejores escritores. Sé que no será una tarea fácil, pero me encantaría seguir nutriendo este proceso que, como todo proceso, es interminable.

jueves, 2 de septiembre de 2010

ACTIVIDAD 6 CDE - REFLEXIÓN

Presentado por: Natalia Guevara y Lina Uribe

Generalmente, todos los problemas de un texto obedecen a que el autor no sigue correctamente las etapas de la escritura. El estudiante que escribió el texto analizado no fue la excepción. En el escrito encontramos poca delimitación del tema a tratar, falta de orden en los conceptos y argumentos, falencias en el planteamiento de la tesis, entre otras cosas que nos permiten ver la ausencia de planeación. Si el estudiante hubiera tenido en cuenta esta primera etapa de la escritura, podría haber logrado ordenar sus ideas por medio de herramientas como la lluvia de ideas o el mapa conceptual antes de dedicarse a escribir. También pudimos percibir que hubo grandes fallas en la etapa de textualización ya que nos dio la impresión que el estudiante escribía las ideas tal y como llegaban a su mente, sin un orden específico. Además algunas veces presentaba serias desviaciones de lo que, se supone, era el tema principal. Por último, creemos que definitivamente el estudiante no practicó la etapa de revisión. Encontramos muchas incoherencias y errores de ortografía y digitación que fácilmente pudieron ser corregidos con una lectura del texto. Todas estas fallas pudieron deberse también a haber dejado la tarea de escribir para último momento, lo que explica por qué no se siguieron las etapas de la escritura. Además, percibimos que aunque el estudiante tenía buena información no la supo sistematizar para lograr una unanimidad en el texto.